Los berrinches, (caprichos, chiripiorcas, empaques, o como le quieran llamar) de los hijos, son todo un desafío para muchos padres. En estas situaciones conflictivas, se ponen en juego el modo en el que los padres se relacionan con las emociones de los hijos, sobre todo, con las más difíciles. Para ser más estrictos, es una suerte de prueba, en la que los padres deben dar cuenta de cómo se relacionan con la forma en que sus hijos expresan el enojo y la frustración.
Los padres que tienen un umbral de tolerancia muy bajo, a las expresiones de frustración y enojo de sus hijos, van a recurrir a conductas que desactiven muy rápido, aquello que los está estresando y generando un malestar creciente, en este caso, el berrinche. De esta manera, esa conducta que funcione para extinguir la fuente del malestar y el estrés, va a ser la que quede establecida, en su mente, como de "primera elección". Éstas, siempre son conductas muy efectivas y que requieren poco trabajo para implementarse, ya que si toman demasiado tiempo, no cumplen con el requisito principal, que es, frenar y aliviar el estrés que siente el padre/madre, frente al berrinche de su hijo. Por eso, la violencia física, o ceder y darle al niño lo que pide, son las conductas que cuentan con mayores chances de ser elegidas y quedar establecidas para ejecutarse en estas situaciones.
En el video, vemos en detalle el circuito de las emociones y conductas del niño y su articulación con el de los padres, para dar resultado a una bola de nieve, cada vez más difícil de frenar. Asimismo, se esbozan maneras de revertir la situación, trabajando con los padres, para ayudarlos a realizar la acción opuesta, para que a su vez, el hijo pueda realizar una conducta distinta y expresar sus emociones difíciles de maneras más funcionales.
Espero les sirva.
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